Días de lluvia caen tras la ventana. Fue un cambio radical del sol radiante a un cielo plomizo y gris. Es curioso ver como los estados de ánimo también los puede cambiar el tiempo. El verano con su alegría eleva hasta lo más alto y nos creemos que todo va estupendo y de repente todo cambia con un otoño lluvioso y triste. Melancólico como una balada tocada con el saxofón.
El invierno con su blanca nieve; trae felicidad vendida en forma de Navidad. Es uno de los mejores productos del capitalismo; es impresionante como solo con salir a la calle y ver las luces, sentir el frío en la cara y comer castañas asadas; te puede hacer feliz.
Además el invierno también puede producir enamoramientos; el frío siempre lo hace; las ganas por estar con alguien se multiplican; sin embargo en verano tan solo buscamos una cosa más sexual.
En esos días de melancolía que veníamos arrastrando últimamente fue cuando vino el primer paquete al despacho. Era una caja pequeña envuelta con papel marrón, y atada con cuerda roja. Al abrirlo dentro de ella tan solo había un lápiz perfectamente centrado he impoluto. Tan solo había un pequeño cartel delante de él en el que se podía leer; “Herramienta nº
En más de diez años de profesión nunca me había pasado algo parecido. Estaba claro que era algún tipo de reclamo, por parte de algún psicópata. Pero; ¿por donde empezábamos a buscar?
Obviamente lo primero que se hizo fue mandarlo a la científica; pero como era de esperar estaba limpio, sin ningún tipo de prueba. Era lógico pensar que si mandas algo a la jefatura de policía tienes que estar muy seguro de que a la primera de cambio no te van a cazar.
A la semana siguiente volvió a aparecer un paquete en la oficina; esta vez era algo más pequeño; pero igual con su papel marrón y su cordón rojo. Al abrirlo se descubrió que había una goma de borrar y un cartel el cual indicaba “Herramienta nº
Tenia la corazonada de que tenia que relacionarlo con algo; pero con que. Tenia que pensar la única forma de hacer eso es poner música en este caso a Tord Gustavsen trio; bajar la luz y cerrar los ojos. Con la relajación, empieza la fiesta de las ideas. Poco a poco empieza a subir el sopor y en ese momento antes de quedarse dormido es cuando mejor se piensa. La mente esta limpia de cualquier perturbación, libre para centrarse en el pensamiento.
Un lápiz, un borrador. Estaba claro que eran herramientas de dibujantes, arquitectos; pero también podrían serlo de cualquier persona e incluso de un niño.
¡Niños! Eso era había que registrar los colegios de la zona por si en alguno habían recibido algún paquete distinto.
Descolgué el teléfono y ordené que llamaran a todos los colegios por si habían recibido algo.
Efectivamente no estaba confundido; en el colegio mas cercano a la comisaría encontraron un paquete mucho mas grande que el resto; al igual estaba envuelto por papel marrón; pero el cordón era verde.
Ya teníamos una pista los colores; estaba claro que el rojo era algo prohibitivo o incluso sexual. Y el verde siempre es la oposición al rojo.
Pero la gran prueba fue al abrir el paquete; eran dibujos de chicas y la gran mayoría eran retratos; pasando los dibujos una cara apareció; era ella.
Ella era la mujer de mi vida que hacia dos meses se marcho de casa y todavía seguía sin saber nada de ella.
Al verla me estremecí; no podía creer que estuviese allí y mucho menos pensar que la hubiera pasado algo. Todo mi equipo se me quedo mirando; mi cara tuvo que cambiar radicalmente, e incluso note ese maldito sudor frío que me recordaba que las cosas no iban bien. El pecho me oprimía y la garganta me apretaba como si alguien estuviese apretando con una soga.
Cuando desperté estaba en un habitación que tenia toda la pinta de ser un hospital; gire la cabeza a la derecha y no vi a nadie, gire a la izquierda y allí estaba mi madre.
¿Que me había pasado? Según mi madre y el medico un infarto; según yo una putada.
Después de mese sin saber nada de ella y tiene que aparecer dibujada en un paquete enviado por algún degenerado.
Tenia que encontrarla y resolver ese maldito caso; pero desde un hospital poco se puede hacer; tenia que esperar a que me dieran el alta. Hasta entonces lo único que podía hacer era ver la televisión que mi compañero de habitación elegía.
Pero nunca pensé que jamás podría resolverlo; semanas más tarde; volví a sufrir otro infarto. Mi viejo corazón estaba oxidado y no aguantaba mucho más. Lo ultimo que hice fue escribir esto como muestra de interés en ella, por si algún día decidiese volver supiera que nunca la abandoné; sino que fue mi corazón el que me abandono a mi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario