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jueves, 15 de octubre de 2009

Naturaleza Organica

Llega un momento en el que todo aparece de golpe. De la oscuridad surge la luz; y entonces empieza todo.

Abres los ojos y ves todo lo que te rodea; el frío te sopla en la cara. Mientras la luz inunda tu piel; erizándote el vello. Es la naturaleza pura; orgánica, fría y ausente.

La soledad que se mueve entre los árboles; se palpa la tranquilidad, la paz.

La suave y blanca madera de los abedules; es única. Un suelo de esta madera crea un hogar; solamente el verla, rodeada por el paisaje frío, de roca áspera y gris. Fuertes ríos salvajes y jóvenes. El solo hecho de estar rodeado de esa armonía; fría armonía. Produce un efecto rebote de calor, inducido por los hogares, que no las casas.

Abres de nuevo los ojos; y a tu alrededor; un anodino panorama, paredes blancas. Una mesa, una mesilla y una cama en la cual estas tumbado.

Al incorporarte por la ventana tan solo se ve ladrillo rojo, asfalto, metal sucio metal.

Suena una alarma, un estúpido reloj avisa de que el tiempo sigue su transcurso y que no va a pararse para ti.

Te vuelves a tumbar cierras los ojos y oyes a lo lejos las aguas bravas, e incluso notas el soplar del frío.

Te sumerges y buceas buscando la armonía pérdida; aparece de nuevo la madera, la piedra, el agua y el frío.

La nieve cae sobre tu cara; has llegado al hogar perdido. Lo único que no hay que hacer es no abrir los ojos, y todo siempre ira bien.

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