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martes, 4 de octubre de 2011

Alfa Centauri.


El autor le recomienda que pulse al reproductor antes de disponerse a la lectura.
Muchas gracias.






Entre tu rostro el mío hay más de un universo; 
Entre tu rostro y el mío queda la distancia de un beso.

Con este verso se despidió ella, en una noche de verano. Bajaba suavemente la calle, con ese contoneo que tanto me gustaba, y al llegar más allá del bar de moda, giró a la derecha y desapareció.

Lo más desconcertante del mundo es cuando algo ocurre fuera de tus expectativas; es en ese momento cuando todo se empieza a desbaratar. El principio entrópico que envuelve todo comienza a reaccionar hasta llegar al caos.

La locura se adueño de mí, no regía con la cabeza; eran las tripas. Pensamientos viscerales. Y la continua revisión de un pasado que cada vez quedaba más ridículo.
Dicen que cada cinco años cambia un ciclo y que al mirar hacía atrás tan solo quedan recuerdos, vergüenza y arrepentimiento.

Yo sin duda en aquel momento estaba en el vértice justo, en el grado 180, y muy cercano a la hipotenusa, cayendo levemente hacia otro ciclo de la sinfonía de la vida.
Caía, caía  y caía pero, con premura; el lapso del tiempo se iba alongando de tal manera que las horas se convertían en días. Fue justo en ese momento cuando nos cruzamos los dos cada uno bajando por una hipotenusa, ella me agarro fuerte.

Yo la abrace. 
Nunca he sabido tocar a las personas. 
El miedo se apodero de mi ritmo. 
Allegro ma non troppo. 
Y bajo aquel frenético ritmo nuestros labios sellaron un vació que las palabras no lograban llenar. 
Una mirada de dulce de castaña avainillada y fija, a la vez que hermética, como una cabina de teléfonos. 


Después sólo quedaron versos vacíos, de rima y ritmo. Como aquella prostituta que rondaba por la calle mayor. Su Soledad, su mejor cliente. Su Soledad, su mejor confidente. 
Recuerdo como la entropía fría se apoderaba de mi mente en los inminentes meses consiguientes.
Entre tu rostro y el mío.

Lo entropíco, siempre se convierte en depresión. Y bajo las ideas suprimidas actuó la revisión. Tras de eso tan sólo quedaba esperar el ansiado cambio. 
Justo cuando el cambio estaba sucediendo apareció ella y con ella aparecieron todas las ellas. Mi cabeza era una sala de ensayo de ballet. Frente al espejo estaban todas y yo. Pliés y relevés, como un sube y baja de un tio vivo. ¿Por que? Era la pregunta fundamental para todas ellas.

Pero aquella habitación no era mas que ficción; cuando reapareció ella, la autentica; el miedo se apodero de mí. Mi cabeza ansiaba responder a tantas preguntas; pero mi cuerpo ansiaba tocar, susurrar y acariciar. Con mis manos en sus caderas emprendimos de nuevo como una danza latina, un camino de desenfreno y pasión. Y entre su rostro y el mío nació una chispa nueva. Fugaz y brillante. Como Alfa Centauri, siempre brillara en nuestro pequeño universo.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Un compás de 79 horas.



Dicen que los compases de la muerte son muy parecidos a los del adagio. El dulce grave sonido del violonchelo aturdían sus ideas. Llevaba 36 horas en aquel maldito tren de 79 horas de trayecto. 
Y en el hilo musical no hacen nada mas que reproducir un adagietto tras otro, recordándome la perdida de ella.
Mi nombre es Jacob estaba más que harto de todo ello y sabía que el viaje iba a ser largo. Sólo ansiaba el cambio. Me levante, mire a ambos lados del pasillo y me encamine hacía el bar de aquel inmenso tren.
Gin tonic siempre en copa de balón, mirando a la nada mas infinita entre en un ir y venir de camareros. Botellas que se vaciaban en caballeros despechados, y señoritas de mala vida. Recuerdos que secuestraban vidas por completo.
-¿Como puedes beber eso?- dijo ella. Tarde un rato hasta entender que estaban hablando conmigo. -¿ y tu por que fumas en una zona prohibida?- Estaba seguro de que era una androide, pero su belleza era tal, que era demasiado real para ser una humanoide.
Fue el primer contacto y nunca lo olvidaría. Al igual que tampoco olvide cada una de sus hermosas curvas, ni cada centímetro de piel morena. Siempre tan directa como aquella noche. Yo un prófugo y ella una prostituta maltratada, menuda estampa. Podríamos protagonizar el mejor relato negro de aquel maldito tren.
Después de unas copas en aquella barra y un baile demasiado salvaje, nos dirigimos a mi compartimento. Los derechos para los humanos siempre eran superiores que para los androides. Allí seguimos robándole horas a aquel maldito reloj, que siempre al mirarlo marcaba las misma siete y diez. En un mundo donde la noche y el día se unían, poco nos importaba ya las horas, los minutos ni los segundo. Sólo ella y yo.
- Sabes que esto es inusual, nunca imagine que esto ocurriría - Exclame yo un poco perplejo por aquella situación. Era todo tan natural y tan perfecto. Me daba miedo el que se terminase, pero se terminó y sabía que nunca más se produciría algo así.
Cuando pasaron las ocho horas de un ciclo, ella se marchó. Todavía puedo oler y saborear aquello. El adagio se convertía en un andante y este a su vez en un presto, para terminar piano. Nuestros compases estaban muy lejos de bailar con la muerte. Por una noche fueron uno, un solo compás de pura pasión.
Seguían las siete y diez en el reloj, pero no sabía cuantos ciclos habían pasado desde la ultima vez que lo vi. Me dirigía de nuevo al bar. Todos los atormentados necesitamos más alcohol del necesario para subsistir. -¿Sigues fumando en lugares prohibidos?- Le dije a una chica morena cuyo trasero, cuya espalda y cuyo rostro al volverse eran idénticos. Pero ella no era la misma. Su gesto no era el mismo. - Siempre fumo en el mismo lugar, en la zona de androides- Era tan cierto aquello que no me percate del detalle. Había estado bebiendo en la zona de androides, y todas eran iguales. Era imposible adivinar cual era mi chica.
El camarero al verme con tal preocupación. - Eso no lo arreglara ningún trago seco- le mire extrañado.- ¿Sabe si alguna es distinta?- me miro fijamente y como si fuese una pregunta muy habitual respondió. - Claro que alguna es distinta todas los son, cada ciclo se reprograman con una inteligencia artificial nueva; pero usted en realidad a quien busca es a la original- Con medio cuerpo invadiendo su espacio de barra le agarre por las solapas. - ¿Donde la puedo encontrar?- Muy asustado me indico una pequeña puerta detrás de la zona de androides.
Mis miedos me volvían a invadir. ¿Y si al abrir aquella puerta no está o simplemente está pero con otro?.  A lo mejor hubiera sido mejor quedarme con el buen recuerdo de aquella noche. Pero la puerta se abrió sola, y allí estaba ella. Tendida sobre aquel sillón Chester negro. Entré con premura y haciendo gran estruendo. Giro levemente su cabeza. - Jacob, solamente una noche esas son las normas de la casa - A veces es mejor no romper las magias de noches misteriosas. 
Entre tanto yo sigo esperando en que alguna noche, en la locura salvaje de este Shanghai post moderno. Nos encontremos las dos almas rotas durante el crepúsculo y  sentir aquel compás disonante que en un baile final no dudaría en hacerlo por ultima vez.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Red skin

Hace mucho frío, demasiado para estar desnudos en mitad de la noche. No podía creer que algo tan inocente como el arte se convirtiese en algo tan salvaje y sucio como el sexo. Enfoco, abro un poco más el diafragma y penetro con fuerza y ternura. El contraste me encantaba; el pálido blanco de las sabanas con el intenso rojo de su cabello y una mirada penetrante azul turquesa.
Todo se queda entre las sabanas, todo se fusiona y en un abrir y cerrar de ojos, tan rápido como un disparo de mi canon 550. Le pregunto que si no le importa quitarse la camisa. Entre la vergüenza y el disimulo se va desabrochando; yo me acerco retratando cada segundo y, antes de que llegue mañana, estamos jugando al baile de las narices. Lo más bello de un beso son los segundos previos a ello; es allí de donde se podría extraer el amor puro.
Y ahora estamos bajo el mismo edredón de plumas blancas, como su tez. El reloj marca las 7:45 am en su pantalla roja. Todo es rojo. No se si es que todavía queda algo del carmín color russian red en mis venas. Hoy paso de ir a trabajar. Me doy la vuelta; miro, sigue allí. Espalda desnuda, solo le queda una pequeña braguita carmesí. Me acerco con suavidad y dulzura; no quiero despertarla; la abrazo y mis piernas se entrecruzan con las suyas. Y yo con los calcetines puestos. Se da la vuelta me mira fijamente y me besa con sumo cuidado. Y dice; los sueños nunca son eternos.


martes, 14 de diciembre de 2010

Run and do not think. fuck, fuck forever.


En esta ocasión el texto que se les ofrece debe ser leído mientras se escucha; http://www.youtube.com/watch?v=gqg3l3r_DRI

Salió a la calle dispuesto a cambiar el mundo; su mundo. Estaba harto de todo; empezó a correr como un poseso; como si el mismísimo Satán estuviese tras sus espaldas. Atravesó; calle Prior y al llegar a la gran Plaza Mayor; vio ese enorme y monstruoso árbol de Navidad artificial como su luz diodica. Los niños rodeaban el árbol, él no los vio; los tiró como si de bolos de bolera se tratasen. Las madres le gritaban, él ignoro aquellos aullidos de aquellas madres sin ningún otro propósito que el de sacar a sus hijos y entre columpios cotillear con vecinas y amigas o no tan amigas.
Siguió por calle Toro; ¿por que cojones siempre había tanta gente al inicio de aquella calle? Como sabía que sucedería esto; embistió como un mulo de carga contra un duplex de hombres de mediana edad; mediana, como su estatura. Acompañados por dos señoronas de abrigo de piel y collar de perlas de dos vueltas; como si eso hiciese que fueran de más categoría. Todo ello aderezado con aquel neo fascismo de interior de establo. A él le encantaba la expresión que decía una amiga suya para referirse a estos tipejos; son piojos puestos de limpio. En una sola frase podías percatarte de toda la esencia de aquel tipo de personas.
Dejo atrás toda esa gente y seguía a toda mecha corriendo sin parar; a un ritmo frenético. Era alucinante con la garra y la fuerza con la que corría; mientras la gente alucinaba por la asombrosa capacidad de correr a tanta velocidad a la vez que se iba quitando la ropa; quedándose en calzoncillos y botas. Entró en una tienda de ropa; el vigilante cuando se percato de que había entrado corrió tras él; pero le era imposible el alcanzarle. Habían sido muchas las horas que había estado sentado sin hacer otra cosa que mirar los culos de todas las chicas jovencitas que entraban. Desde que empezó si trabajo de seguridad nunca había tenido que correr; era la primera vez.
Camisa blanca, chaqueta de frac y unos vaqueros oscuros; ¿como podía llevar botas Panama Jack con eso? No pegaba nada. Pensaba una chica bastante pija, que creía saber todo sobre la moda, por leer un par de revistas con mas foto que texto y así creer que calmaba sus inquietudes lectoras.
Salió de la tienda; dejando tras de sí un numero nada desdeñable de personas cabreadas y cosas tiradas por los suelos.
La carrera seguía; el destino estaba claro. El teatro Liceo. Allí estaba ella en la cola esperándole; y con cara de pocos amigos. Él conocía bastante bien esa expresión; significaba que se había pasado de la raya.
-¿Tu crees que es normal la que has montado por nada?-Exclamo ella.
Él se encogió de hombros como si con él no fuese el tema. -Tan solo te dije que por un día podrías arreglarte un poco; no era necesario montar todo este jaleo.- Le dijo ella.
Él seguía impertérrito, con la mirada al frente. Tenía la conciencia muy tranquila. Se giró, le miro a los ojos y con una voz de radio nacional le dijo; - En la vida hay cosas que no tienen explicación-

sábado, 13 de noviembre de 2010

Unkown.

Ahora se que es demasiado tarde para decirte esto pero; te quiero. Ella acababa de recibir ese mensaje de texto en su movil. Si era demasiado tarde, pero no solo para decir te quiero, si no también para decir lo siento.
Y que quiere decir; te quiero; se preguntaba ella todo el rato. Te quiero significa que me elige como un niño hace con los juguetes. O es un querer más profundo un deseo interno.
Pero ese debate ya poco sentido tenía; sobre todo porque tras un año transcurrido decir algo así solo significaba remover la mierda, cortar los hilos de aquella herida que nunca terminó de cerrar.
-¿sube?-  le pregunto el conductor de aquella mole de autobús de dos plantas. Al subir ella un recuerdo le golpeo la cabeza, pensó otra vez estas malditas migrañas. Pero lo que no sabía era que no era una simple jaqueca.
Llegó a su parada y bajó; con el dolor todavía en la cabeza. Buscando las llaves de casa vio que el móvil seguía encendido; lo sacó, estaba todavía abierto el mensaje. Te quiero. Un dolor insoportable en su cabeza, si vista se desvanecía, su cuerpo se desplomaba, sentía su cuerpo flotar en el vacío. Sus ojos se cerraron; la inconsciencia llego a su cabeza.
Rápidamente salió un señor del autobús el cual decía ser medico; se acerco a ella y la examino rápidamente; sus constantes vitales son débiles, llamen a una ambulancia; dijo mirando hacía los boquiabiertos usuarios habituales de la linea 41 del autobús urbano de la ciudad de Toledo. 
Mientras venían los refuerzos médicos, Gabriel como así se llamaba aquel solidario señor miró el teléfono de la chica; todavía lo tenía en su mano, aquel mensaje seguía allí. Miró quien había sido el artífice de aquel pequeño mensaje. Era de origen desconocido; aquella chica había recibido un mensaje tan potente y ni si quiera era para ella. Pensó Gabriel.
Finalmente llegaron el equipo de urgencias medicas del antiguo 061 y del recién inaugurado 112. Monitorizaron a la chica, estaba realmente grave. En el camino al hospital; la enfermera Henar Gonzalez Escobar; también miró el dichoso teléfono movil, quizás un poco antiguo para los tiempos que corrían, muy acorde para ella, pensó Henar. Ya que por las apariencias aquella chica tenía pinta de ser de lo que su hija denominaba; “perros flauta” que era como una derivación de aquel movimiento hippie de los años sesenta.
Mirando el movil, en la agenda de este; no encontró ningún contacto en el que pusiese; mamá o papá. Lo mas parecido que encontró fue; tito Juan.
Aunque no era una cosa suya, le invadía una empatía muy fuerte ligada por que aquella chica sería de una edad cercana a la de su hija. Llamó a aquel tito Juan. El interlocutor de la llamada no daba buenas vibraciones. Su voz estaba bastante desgastada, y aunque había de por medio un teléfono; podía oler el aroma a vino que desprendía su boca.
El resultado fue que aquel tipo, no era tío, ni nada parecido a un familiar. Mas bien su vocación era destrozarlas, ya que era un camello. 
Como ya se había puesto a investigar la vida de aquella chica, miró también sus mensajes de texto. Abrió el ultimo recibido; te quiero; Henar era la tercera persona que leía aquel mensaje y tampoco era para ella. Ademas se percato de que no tenía aquel contacto era anónimo el autor del mensaje.
A las ocho cuarenta y cinco de la noche; Gabriel y Henar recibieron en sus respectivos móviles el siguiente mensaje de texto; Ahora se que es demasiado tarde para decirte esto pero; te quiero. Les dejó helados ver el mismo texto que habían leído hacía escasas horas en el móvil de aquella chica. El emisor igual que en la chica era desconocido; de hecho lo ponía en ingles. Ambos dos fueron a cenar con sus familias; consternados por el aquel texto tan corto y tan potente a la vez, sus caras eran mas que largas; de hecho se podría aplicar aquel termino tan antiguo pero que en esta ocasión encajaba muy bien con ellos. Cara de acelga. A las diez y veinticinco minutos de la noche Henar y Gabriel sufrieron un infarto cerebral dejándoles en estado comatoso de por vida; al igual que aquella chica, y su compañera de piso, su novio, el conductor del autobús de la linea 41 de los autobuses urbanos de la ciudad de Toledo, la esposa de Gabriel, la hija de Henar, el exmarido de Henar y su nueva novia.
Y todo el mundo se preguntaba quien era aquella persona que mandaba esos mensajes, alguien de origen anglosajón, decían algunos.
Pero lo que nadie sabia es que en realidad toda la comunidad de Toledo estaba atrapada en un experimento a nivel mundial donde se intentaba estudiar como reaccionaban ante una pandemia de origen desconocido.

lunes, 23 de agosto de 2010

Aurea bermeja ensoñación.

Reproduce el video antes y leer a continuación. Gracias.

http://www.youtube.com/watch?v=ceAm3xGaP24


El reflejo de su copa tornaba el color de la madera de la barra; su mano la agarraba con fuerza. Mientras sus lagrimas le recorrían su rostro y caían en caída libre hasta chocar contra en suelo y estallar como había estallado su realidad.
Ella estaba muerta, él mismo tenía agarrada su mano cuando inspiro y expiro.
Que injusta era la vida pensaba; mientras al fondo de la barra; donde esta se fundía con la ultima pared del bar. Estaba aquel tipo, uniformado con su traje negro, camisa blanca y corbata negra. Se bajó del taburete, camino pausadamente hacía él y cuando estaba justo a su derecha paró. Cogió su mano y se la aparto del vaso; le miro a la cara y le dijo; vete a tu casa, dúchate y duerme; duerme tanto como quieras y al levantarte deja atrás el pasado. Sobre todo déjala a ella atrás, tan solo disfrútala en tus sueños, será en ese momento cuando volveréis a estar juntos.
Bajo la mirada al suelo suspiro y volvió a mirar a su derecha; aquel tipo había desaparecido. No salía de su asombro. Miro al camarero, el cual tenía la vista totalmente perdida en el televisor de la esquina. Disculpe, ha visto por donde se fue. Preguntó él.
El camarero le miro, hizo un gesto extraño, como de no saber que estaba pasando.
Dejó cinco dólares sobre el mostrador, cogió su chaqueta y se marchó de aquel infesto bar; que estaba mas cerca de ser un cuadro de Hopper que un bar.
Llegó a su casa, aquello era un infierno. Cuarenta y cinco días sumido en la oscuridad; eso era lo que le había reportado la muerte de ella.
Se despojo de sus vestimentas que tanto le oprimían, abrió el agua fría, frío gélido hielo. Notaba como todas sus células se espabilaban; DESPIERTA; gritaba su cerebro. Miro al techo y empezó a gritar, a llorar y patalear. Necesitaba soltar todo aquel sufrimiento. Sus lagrimas se mezclaban con la gélida lluvia que arrojaba aquella vieja alcachofa de baño.
Entre sollozo y sollozo, su mente cansada y agotada empezaba a notar el sueño. Su cabeza se caía entrecortadamente y en un momento de ensoñación onírica apareció ella.
Estaba apoyada en el marco de la puerta; parecía que no hubiesen pasados los días en ella; estaba como antes de la enfermedad.
Le dijo; levántate y ven hacia aquí. El se incorporo, su mente tenia la misma desnudez que su cuerpo; era libre. Sus labios buscaba los de ella; estaban con el baile de las narices; el previo a un beso son los mejores instantes de dos enamorados. Quédate conmigo dijo él; a lo que ella respondió con un beso y desapareciendo, como el humo que se desvanece de un cigarrillo recién encendido.
El aire entro de golpe por la ventana, el frío erizaba su vello al mismo ritmo que la vigilia echaba al sueño de su cabeza.
Desconcertado por los sucesos se tumbo en la cama de sabanas de blanco algodón.
Tendido, mirando al techo las lagrimas volvían a aflorar de sus ojos; surcando las arrugas horadadas por los años y el sufrimiento.
Se giró abrazándose a la almohada, era lo único que le quedaba por abrazar; cerró los ojos. Entonces sintió como alguien le abrazaba a el por la espalda, olió su perfume, acarició su piel, vio su cara. Bermeja áurea belleza. Volvió a cerrar los ojos estaba preparado para dormir largo tiempo abrazado a ella.
Mientras el bote de pastillas de dormir rodaba sin rumbo por el suelo de la habitación, vacío. Ya nunca más volverían a usarse; Morfeo había entrado en su vida para siempre.

jueves, 15 de julio de 2010

A caer la noche.



Sentados en una colina; enfrente la ciudad dorada. El cielo estrellado nos miraba allí a los dos solos en una noche que era para los nosotros; un año entero de andanzas, vivencias; unión y desunión.
La noche sincera y clara; las miradas directas y nuestros corazones locos por una enfermedad llamada juventud. Nunca supimos que éramos; ni que hacíamos allí solos, a la salida de un tanatorio; con el único propósito de despedirnos. Y mucho menos sabíamos hacia donde nos dirigíamos; en nuestras cabezas tan solo había muchas ramas y nidos de todos los pájaros que anidaban en nuestros pensamientos.
Glen y Marketa sonaban en mi cabeza era lo mas parecido a una escena final de una película indie, de esas que tanto nos gustan. Ella dijo y si rodamos Colina abajo; y como dos niños salimos girando hacia abajo por aquel verde y húmedo césped, y al llegar abajo; aquella preciosa bóveda azul oscuro casi negro alumbrada por pequeños puntos de luz, estaba allí como si nunca nadie la hubiera visto antes. Mientras toda una ciudad dormía nosotros disfrutábamos de aquello como si fuéramos los únicos espectadores de aquel cine. La mire, me miro; si aquello 
hubiera sido Hollywood nuestro final estaba asegurado con un gran beso final. Aquí no había de eso tan solo me basto un abrazo y oír las palabras de agradecimiento de su boca. Suficiente por hoy. 
Quizás mañana estemos en el mismo sitio y preparados. Entonces sí todo un cosmos observara la unión entre ella y yo. Pero será tal vez mañana o tal vez nunca; ahora me basta con que sea mi chica favorita.