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domingo, 19 de abril de 2009

un Relato No Premiado


Aqui dejo un relato presentado recientemente a un certamen; y que no fue premiado. el premio lo obtuvo alguien  con mas talento; supongo. y viendo que nunca va ser publicado, porque al final todo se queda en agua de borrajas; aqui lo dejo para quien quiera leerlo.

El Beso de Klimt

Henri-Marie Beyle mas conocido por el pseudónimo Stendhal; en 1817 al entrar en la Basílica de la santa Croce en  Florencia; siente un malestar un desvanecimiento creyendo que va a caer al suelo; y es que su cuerpo no estaba preparado para tan semejante belleza; para tantas sensaciones.
Hoy en día a este malestar se le conoce como síndrome de Stendhal.

Claudia estaba sola; Desnuda, indefensa, triste y sola; siempre sola; con la vista perdida en el punto mas infinito del universo.
Esperando en una amplia sala y luminosa; sentada de una forma poco cómoda sobre un taburete alto de madera; cubierto con fina tela de raso blanco intentando imitar burdamente a la seda; para crear las arrugas tan odiadas por los jóvenes artistas; que intentaban plasmar en sus cuadros; y a Claudia de la forma mas perfecta posible.

Ser modelo no es sencillo; y para nada es el futuro que quiere Claudia, tan solo necesita dinero para poder vivir mejor. El sueldo de un artista novel no es muy bueno; si es que alguna vez tuvo sueldo como artista; ha pasado por tantos trabajos. Ha dejado muchas horas trabajando que le han restado tiempo en su vida; que podría haber estado con su chico; ese que nunca viene. Podría haber estado paseando a su perro; ese que no pudo tener, por falta de tiempo.

Pero hoy por fin tiene un rato para ella; que lo dedicara para recrearse en el arte, y absorber toda la belleza posible. Se dirige hacia el museo reina Sofía; entra por el edificio Nouvel; es una entrada impactante; es como ver un barco navegando por el asfalto madrileño; con su gran quilla roja. Se mezclan múltiples materiales, madera lacada, cristal, y metal brillante. Toda la textura del entorno es suave, mientras que su aspecto es frío; como el metal, frío metal.
La exposición promete, es una recopilación del arte de plasmar la belleza de una mujer en un lienzo; algo que ella conoce de sobra, las numerosas horas sentada viendo como la dibujaban; y la de horas que trabajo sobre los lienzos la hace una conocedora del arte, sin igual.

Hay grandes cuadros; desde la maja desnuda, a cuadros de Egon Schiele, duros de mirar, pálidos donde predominan los colores ásperos, y caras de mujeres maltratadas por el tiempo, y sus vidas. Están junto a un cuadro de Francis Bacon; una mujer sentada; al verlo se le viene a la cabeza todos esos momentos de soledad; la misma que la acompañado durante años.
Incluso en esos momentos en los que esta rodeada de gente; mira hacia arriba y piensa en que le encantaría estar con alguien realmente especial; en ese preciso momento ve como desde del techo aparece una enorme tela de raso blanco y cubre todo menos a ella dejándola en absoluta soledad.

Al llegar a una sala algo tenue; incluso lóbrega, en la que tan solo esta un precioso cuadro de Klimt, ella siente la calidez que siempre ha buscado. Se siente terriblemente a gusto al ver esa hermosa escena en la los dos protagonista de “el beso” se funden en el máximo del amor; un beso. Delicado y dulce; de esos que se dan cuando miras a los ojos de la otra persona; y sabes que ese momento será de los que se guardan para siempre en tu memoria.
Fue tal el cúmulo de sensaciones y sentimientos que le vinieron a la cabeza; que empezó a encontrarse algo mareada y desorientada, sentía que iba a caer al suelo y en un traspié; se topo con el cuadro. Pero en ese instante todo el mundo se paralizo, desde Madrid hasta Wellintong. Ni la alarma, ni el vigilante, ni esa pareja de cincuentones, ni ese chico con gafas de pasta muy engolado que creía que iba a ligar en un museo de arte moderno como su ídolo Woody Allen. Se percataron de la situación.
Justo en ese momento se fundieron dos mundos el mundo de la realidad frío y hostil y el mundo calido y acogedor de los sentimientos y el arte. Quedando fundidos en uno; quedando Claudia atrapada en el cuadro y por tanto en el momento mas agradable de su vida hasta que el destino cruzara ese cuadro con la persona capaz de ofrecerla el cobijo y amor suficiente para pasar toda una vida fundidos en esa imagen.

A mil doscientos kilómetros de allí vive Jean. Jean es un chico español de origen francés viviendo en Londres.
Allí encontró refugio después de salir huyendo del mundo que conocía. Un día decidió terminar con todo lo que conocía y conocerse a si mismo en otro país, en otro mundo. Así no se mezclarían los dos mundos. España significaba un pasado que no debía olvidar pero tenia que tenerlo lejos para poder conseguir su nuevo mundo donde quería llegar a ser una persona feliz; y sobre todo conocerse a si mismo para poder decidir que hacer con su vida.

Allí trabaja en uno de esos muchos pubs de Londres que ofrecen a parte de pintas de ale, autentica cerveza inglesa. También  ofrecen su famoso plato; pescado con patatas.
Los ratos que le deja libre el trabajo intenta leer y a parte tocar sus canciones; se considera un cantautor de nueva generación.
En sus canciones se van plasmando sus ilusiones; sus aspiraciones, sus amores. Su vida.
Pero lo único que no ha conseguido en su nueva vida es despedir a soledad. Es la única cosa que procede de su antiguo mundo; es una amistad tan vieja que es muy difícil desprenderse de ella. Además en su nuevo mundo le cuesta encontrar gente con la que conversar; aunque tan solo lleva dos meses.

Pasear por Picadilly circus, es una de las cosas que mas le gusta hacer; puede escuchar español. Y se siente como si fuera otro turista mas asombrado por los carteles luminosos; los autobuses rojos de dos pisos y viendo a los famosos policías.

Nunca pensó que Inglaterra iba a ser un mundo demasiado frió; las nubes tapan la mayoría de los días el cielo, y eso crea un mayor hundiendo en él.
Soledad se esta haciendo fuerte, se resiste ha despedirse de Jean.

De camino al trabajo, a la salida del metro se encuentra un cartel precioso, el sabe que anuncia algo pero no se fija en ello; tan solo ve una situación maravillosa; es como si viese mas allá de la imagen. Como aquellas postales que tenían un dibujo oculto.
Sabe que es un cuadro muy famoso pero no recuerda muy bien el autor; cuando se da cuenta lleva para frente al cartel cinco minutos; llega tarde al trabajo; entonces baja la mirada y ve en letras grandes y blancas Tate Modern. Ya tiene algo que hacer después de trabajar.

Al llegar a la Tate; le viene a su cabeza un recuerdo; la portada del disco de “animals” de Pink Floyd. Esa chimenea alta y ese edificio de ladrillo rojo; es como oliese los  setenta, y siéntese el acido en su lengua le transportara a la psicodelia.
Al entrar ve como una grieta se extiende a lo largo de todo el vestidor central, y del alto techo tiende una enorme lona, en la que se puede ver ese hermoso cuadro que tanto le cautivo.  Es una exposición sobre el arte del retrato femenino; compra rápidamente la entrada y al primer vigilante que ve le pregunta por el hermoso cuadro; este le indica que es la cuarta sala; sale medio corriendo, sin atender a los cuadros que ve a su alrededor; tan solo ve mujeres, algunas dibujadas al detalle, otras tan solo se intuye la figura o otras totalmente distorsionadas.

Al llegar a la cuarta sala; parece que el mundo se transforma y que el frío hormigón del suelo; se convierte en una moqueta negra y espesa, en la que los zapatos se sienten bien cómodos. Negra como las paredes, y del techo dos grandes focos que iluminan el cuadro al fondo. Él solo llenaba toda la sala, lo único que lo acompañaba era un minimalista banco frente a él.

Jean rápidamente tuvo que hacer uso del asiento; sentía que la cabeza se le iba, veía de una forma extraña como si alguien le hubiera tirado purpurina a los ojos, y viera esos puntitos resplandecientes.
Busco un punto fijo para evitar el mareo; se centro en la hermosa cara de la chica que aparecía en el cuadro. Era bella tenia la sensación de que no era la misma que salía en la imagen que vio a la salida del metro. Es como si hubiera cambiado el rostro de la dama del cuadro. Y en un momento estaba tan absorto por la cara, en los ojos verdes intenso; que vio como parpadeaba el cuadro. No podía creerlo. No  había visto mucho arte en su vida; pero hasta el momento nunca había visto parpadear un cuadro.

Y en el instante siguiente escucho una dulce voz que susurraba-acércate, acércate- era como un embrujo, Jean no podía evitar acercarse al cuadro, a su cara. Volvió a escuchar otro susurro-bésame- Jean no lo dudo y beso a la bella dama.
Fue un instante que duro la vida de un hombre; fue dulce y delicado. Es como el nirvana mismo donde los dos amantes se funden por siempre en un beso, símbolo universal del amor. Es entonces cuando de nuevo se paraliza el mundo; y se vuelven a unir el mundo real con el mundo de la fantasía y a separarse de nuevo para devolver a cada mundo lo que pertenece. A pareciendo en mitad de la sala Claudia y Jean fundidos en un abrazo y un beso único.
Se miraron a los ojos; se comprendieron al instante; como si se conocieran de toda la vida, se cogieron de la mano y salieron andado los dos juntos de la sala.

-y así conocí tu abuela- dijo el abuelo a su nieto que estaba enfermo en la cama.
Respondió el pequeño – ¿y como termina la historia?- a lo que el abuelo le espeto.
- como todos los cuentos, fueron felices y comieron perdices; y tuvimos dos lindos hijos y tres nietos. Ahora te toca a ti escribir la historia de la familia, yo ya soy demasiado mayor-
A lo que nieto dijo – tranquilo abuelo, yo seguiré escribiendo como tú lo has hecho.-

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