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sábado, 13 de noviembre de 2010

Unkown.

Ahora se que es demasiado tarde para decirte esto pero; te quiero. Ella acababa de recibir ese mensaje de texto en su movil. Si era demasiado tarde, pero no solo para decir te quiero, si no también para decir lo siento.
Y que quiere decir; te quiero; se preguntaba ella todo el rato. Te quiero significa que me elige como un niño hace con los juguetes. O es un querer más profundo un deseo interno.
Pero ese debate ya poco sentido tenía; sobre todo porque tras un año transcurrido decir algo así solo significaba remover la mierda, cortar los hilos de aquella herida que nunca terminó de cerrar.
-¿sube?-  le pregunto el conductor de aquella mole de autobús de dos plantas. Al subir ella un recuerdo le golpeo la cabeza, pensó otra vez estas malditas migrañas. Pero lo que no sabía era que no era una simple jaqueca.
Llegó a su parada y bajó; con el dolor todavía en la cabeza. Buscando las llaves de casa vio que el móvil seguía encendido; lo sacó, estaba todavía abierto el mensaje. Te quiero. Un dolor insoportable en su cabeza, si vista se desvanecía, su cuerpo se desplomaba, sentía su cuerpo flotar en el vacío. Sus ojos se cerraron; la inconsciencia llego a su cabeza.
Rápidamente salió un señor del autobús el cual decía ser medico; se acerco a ella y la examino rápidamente; sus constantes vitales son débiles, llamen a una ambulancia; dijo mirando hacía los boquiabiertos usuarios habituales de la linea 41 del autobús urbano de la ciudad de Toledo. 
Mientras venían los refuerzos médicos, Gabriel como así se llamaba aquel solidario señor miró el teléfono de la chica; todavía lo tenía en su mano, aquel mensaje seguía allí. Miró quien había sido el artífice de aquel pequeño mensaje. Era de origen desconocido; aquella chica había recibido un mensaje tan potente y ni si quiera era para ella. Pensó Gabriel.
Finalmente llegaron el equipo de urgencias medicas del antiguo 061 y del recién inaugurado 112. Monitorizaron a la chica, estaba realmente grave. En el camino al hospital; la enfermera Henar Gonzalez Escobar; también miró el dichoso teléfono movil, quizás un poco antiguo para los tiempos que corrían, muy acorde para ella, pensó Henar. Ya que por las apariencias aquella chica tenía pinta de ser de lo que su hija denominaba; “perros flauta” que era como una derivación de aquel movimiento hippie de los años sesenta.
Mirando el movil, en la agenda de este; no encontró ningún contacto en el que pusiese; mamá o papá. Lo mas parecido que encontró fue; tito Juan.
Aunque no era una cosa suya, le invadía una empatía muy fuerte ligada por que aquella chica sería de una edad cercana a la de su hija. Llamó a aquel tito Juan. El interlocutor de la llamada no daba buenas vibraciones. Su voz estaba bastante desgastada, y aunque había de por medio un teléfono; podía oler el aroma a vino que desprendía su boca.
El resultado fue que aquel tipo, no era tío, ni nada parecido a un familiar. Mas bien su vocación era destrozarlas, ya que era un camello. 
Como ya se había puesto a investigar la vida de aquella chica, miró también sus mensajes de texto. Abrió el ultimo recibido; te quiero; Henar era la tercera persona que leía aquel mensaje y tampoco era para ella. Ademas se percato de que no tenía aquel contacto era anónimo el autor del mensaje.
A las ocho cuarenta y cinco de la noche; Gabriel y Henar recibieron en sus respectivos móviles el siguiente mensaje de texto; Ahora se que es demasiado tarde para decirte esto pero; te quiero. Les dejó helados ver el mismo texto que habían leído hacía escasas horas en el móvil de aquella chica. El emisor igual que en la chica era desconocido; de hecho lo ponía en ingles. Ambos dos fueron a cenar con sus familias; consternados por el aquel texto tan corto y tan potente a la vez, sus caras eran mas que largas; de hecho se podría aplicar aquel termino tan antiguo pero que en esta ocasión encajaba muy bien con ellos. Cara de acelga. A las diez y veinticinco minutos de la noche Henar y Gabriel sufrieron un infarto cerebral dejándoles en estado comatoso de por vida; al igual que aquella chica, y su compañera de piso, su novio, el conductor del autobús de la linea 41 de los autobuses urbanos de la ciudad de Toledo, la esposa de Gabriel, la hija de Henar, el exmarido de Henar y su nueva novia.
Y todo el mundo se preguntaba quien era aquella persona que mandaba esos mensajes, alguien de origen anglosajón, decían algunos.
Pero lo que nadie sabia es que en realidad toda la comunidad de Toledo estaba atrapada en un experimento a nivel mundial donde se intentaba estudiar como reaccionaban ante una pandemia de origen desconocido.

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