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lunes, 20 de diciembre de 2010

Red skin

Hace mucho frío, demasiado para estar desnudos en mitad de la noche. No podía creer que algo tan inocente como el arte se convirtiese en algo tan salvaje y sucio como el sexo. Enfoco, abro un poco más el diafragma y penetro con fuerza y ternura. El contraste me encantaba; el pálido blanco de las sabanas con el intenso rojo de su cabello y una mirada penetrante azul turquesa.
Todo se queda entre las sabanas, todo se fusiona y en un abrir y cerrar de ojos, tan rápido como un disparo de mi canon 550. Le pregunto que si no le importa quitarse la camisa. Entre la vergüenza y el disimulo se va desabrochando; yo me acerco retratando cada segundo y, antes de que llegue mañana, estamos jugando al baile de las narices. Lo más bello de un beso son los segundos previos a ello; es allí de donde se podría extraer el amor puro.
Y ahora estamos bajo el mismo edredón de plumas blancas, como su tez. El reloj marca las 7:45 am en su pantalla roja. Todo es rojo. No se si es que todavía queda algo del carmín color russian red en mis venas. Hoy paso de ir a trabajar. Me doy la vuelta; miro, sigue allí. Espalda desnuda, solo le queda una pequeña braguita carmesí. Me acerco con suavidad y dulzura; no quiero despertarla; la abrazo y mis piernas se entrecruzan con las suyas. Y yo con los calcetines puestos. Se da la vuelta me mira fijamente y me besa con sumo cuidado. Y dice; los sueños nunca son eternos.


martes, 14 de diciembre de 2010

Run and do not think. fuck, fuck forever.


En esta ocasión el texto que se les ofrece debe ser leído mientras se escucha; http://www.youtube.com/watch?v=gqg3l3r_DRI

Salió a la calle dispuesto a cambiar el mundo; su mundo. Estaba harto de todo; empezó a correr como un poseso; como si el mismísimo Satán estuviese tras sus espaldas. Atravesó; calle Prior y al llegar a la gran Plaza Mayor; vio ese enorme y monstruoso árbol de Navidad artificial como su luz diodica. Los niños rodeaban el árbol, él no los vio; los tiró como si de bolos de bolera se tratasen. Las madres le gritaban, él ignoro aquellos aullidos de aquellas madres sin ningún otro propósito que el de sacar a sus hijos y entre columpios cotillear con vecinas y amigas o no tan amigas.
Siguió por calle Toro; ¿por que cojones siempre había tanta gente al inicio de aquella calle? Como sabía que sucedería esto; embistió como un mulo de carga contra un duplex de hombres de mediana edad; mediana, como su estatura. Acompañados por dos señoronas de abrigo de piel y collar de perlas de dos vueltas; como si eso hiciese que fueran de más categoría. Todo ello aderezado con aquel neo fascismo de interior de establo. A él le encantaba la expresión que decía una amiga suya para referirse a estos tipejos; son piojos puestos de limpio. En una sola frase podías percatarte de toda la esencia de aquel tipo de personas.
Dejo atrás toda esa gente y seguía a toda mecha corriendo sin parar; a un ritmo frenético. Era alucinante con la garra y la fuerza con la que corría; mientras la gente alucinaba por la asombrosa capacidad de correr a tanta velocidad a la vez que se iba quitando la ropa; quedándose en calzoncillos y botas. Entró en una tienda de ropa; el vigilante cuando se percato de que había entrado corrió tras él; pero le era imposible el alcanzarle. Habían sido muchas las horas que había estado sentado sin hacer otra cosa que mirar los culos de todas las chicas jovencitas que entraban. Desde que empezó si trabajo de seguridad nunca había tenido que correr; era la primera vez.
Camisa blanca, chaqueta de frac y unos vaqueros oscuros; ¿como podía llevar botas Panama Jack con eso? No pegaba nada. Pensaba una chica bastante pija, que creía saber todo sobre la moda, por leer un par de revistas con mas foto que texto y así creer que calmaba sus inquietudes lectoras.
Salió de la tienda; dejando tras de sí un numero nada desdeñable de personas cabreadas y cosas tiradas por los suelos.
La carrera seguía; el destino estaba claro. El teatro Liceo. Allí estaba ella en la cola esperándole; y con cara de pocos amigos. Él conocía bastante bien esa expresión; significaba que se había pasado de la raya.
-¿Tu crees que es normal la que has montado por nada?-Exclamo ella.
Él se encogió de hombros como si con él no fuese el tema. -Tan solo te dije que por un día podrías arreglarte un poco; no era necesario montar todo este jaleo.- Le dijo ella.
Él seguía impertérrito, con la mirada al frente. Tenía la conciencia muy tranquila. Se giró, le miro a los ojos y con una voz de radio nacional le dijo; - En la vida hay cosas que no tienen explicación-