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domingo, 15 de noviembre de 2009

Ojos frios de amor.


Tendida en esa fría cama; ojos cerrados. El apoyado en el quicio de la puerta la mira con lastima y con el amor mas profundo que nunca sintió.

Sabe que pocos días la quedan ya. Teme el perderla para siempre; seria horrible; piensa el.

Los ojos inundados en lágrimas siguen mirándola. Como ha hecho durante todo este tiempo. Hablaba con ella, la daba de comer, la hacia masajes.

Hacia todo lo posible por que ella estuviese bien.

Pero aquel día era distinto necesitaba despedirse de ella antes de que expirara por ultima vez.

Se acerco poco a poco como si cada paso supusiese la misma distancia entre la tierra y la luna. Era extraño había hecho ese pequeño camino mas de mil veces y ninguna en corazón iba a ciento veinte pulsaciones por minuto.

Se quito los zuecos, sintió como el granito pulido y aséptico, transfería frío, azul frío y gris.

Ella estaba con la cabeza de lado; en esa posición tan cómoda; algunos la llaman posición fetal.

Su tez blanca maravillosa, su pelo recogido en una pequeña coleta.

El subió a la cama y se pudo frente a ella, sus narices se tocaban. Es en ese momento cuando se siente es el momento.

La beso con suavidad y ternura, sin ningún ápice de lujuria.

Sus labios solo acariciaban los suyos. Dulces.

La miro profusamente, acaricio su pelo, sus mejillas, su respingona nariz y con un dedo subrayo sus labios. Era suave, el mejor que nadie lo sabia, eran muchos los masajes con aceites esenciales.

Poco a poco la desabrocho la blusa quería acariciarla los pecho pequeños pero turgentes; empezó besarla por todo el cuerpo, la acaricia.

Al fin se desabrocha el pantalón y la penetra con el mismo amor y suavidad como cuando la beso.

Ella no especifica ningún tipo de gesto, se la percibe algo indiferente al margen de todo lo que sucede allí.

El sigue libándola y al final. Ella abre los ojos. Coma. Amor. Coma. Violación. Coma. Cárcel.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Desequilibrios solitarios


Caminando entre la multitud que envuelve a la calle buscaba la forma de huir de la desazón que le invadía. Al girar la calle vio una tienda de la cual salía un olor que le atrajo y no pudo evitar el entrar. Una vez dentro recordó que era el mismo olor que la tienda de su madre. Recordó también las largas tardes que pasaba en la trastienda.

Blanca enyesada e iluminada por un frío fluorescente. Una mesa camilla donde hacia sus deberes y en la puerta una cortina de barras blancas y azules por donde miraba escondido a los clientes que entraban en la tienda; altivos y repeinados; creyéndose mejor que el resto.

- ¿perdón desea algo?- le dijo una dependienta sacándole de su ensoñación.

Salió de aquella tienda y la lluvia se cernió sobre él. Lluvia húmeda y liquida lluvia; le encantaba el mojarse en los días de lluvia; le hacían sentirse vivo. ¡Despierta!. Decía su cabeza. Las ideas se refrescaban y dejaba de recordar; empezaba a vivir el presente.

Tras de si dejaba viejos recuerdos que siempre le azotaban en la cabeza y con el tiempos venían nuevas ideas a la cabeza. Nunca dejaba de funcionar. Nunca paraba.

Estaba arto y necesitaba que se parara de alguna forma. Abrió la puerta de la nevera y vio que al fondo había una lata de cerveza. la bebió de un trago. Seguía igual pero tenia mejor sensación. Necesitaba más alcohol. Buscó por toda la casa y encontró una vieja botella de güisqui. Y tragos se la bebió el solo en su absurda soledad.

Cuando levanto la cabeza ella estaba allí. No podía creerlo; estaba solo absolutamente solo y para no pensar mas en ella se emborracho. Y de repente de la nada estaba allí.

Gritó- déjame en paz- ella no decía nada tan solo se acercaba a él lo tocaba, lo acariciaba. Notaba que cuando ella estaba cerca se sentía mejor, emanaba de si un amor nunca había concebido. Pero él seguía preguntándose el por que de su comportamiento; ella se acercaba pero luego salía huyendo; y en su cabeza siempre se quedaba el recuerdo de los buenos momentos que habían tenido juntos; pero nunca habían finalizado como el pensaba. Para cuando el beso. Pensaba una y otra vez. Seria la influencia de tanto cine sentimental absorbido durante su juventud; o la música de todos esos grupos que lo único que sabían decir en sus letras era amor, desamor o maldecir la vida. Toda esa depresión había traspasado por sus poros, tímpanos y retinas; convirtiéndolo en un ser excesivamente desequilibrado sentimental.

Avocándolo a una soledad absoluta de por vida. El miedo mas oscuro y profundo durante toda su vida al final se hizo realidad convirtiéndolo en un ser huraño y solitario.