sábado, 19 de diciembre de 2009
El Espigón
La marea sube y baja varias veces al día; es como el latido del mar. Es un latido lento y pausado; sin prisas. Me gustaba ver como el agua iba poco a poco comiendo terreno a la tierra hasta casi quedarse sin playa; y a la bajada del sol ver como los cangrejos salían a la superficie y alzaban sus pinzas al aire como si un ritual se tratase; un oración mística solo entendida por los cangrejos, en la que le decían adiós al Sol esperando verle aparecer a la mañana siguiente.
Allí sentado en el espigón del puerto miraba como los barcos venían a dejar a los turistas y como otros se iban a faenar durante la noche.
Los puertos nunca paran siempre tienen actividad; como el mar. Siempre están vivos. Es un ser compuesto de mucho seres y que todos son necesarios y se necesitan los unos a los otros.
A veces veo como las mujeres vienen llorosas al puerto esperando que su amor no haya perecido en la mar. Suelen venir en grupos, entre sollozos y lamentos. Al estar unidas se dan fuerzas las unas a las otras como una comunidad única.
Pero también hay veces que los lloros vienen desde el agua; gentes venidas de un sur mas allá del nuestro; buscan huir de allí buscando futuro; pero al llegar a tierra. Llenos de quemaduras; destrozados por un viaje en donde el barquero podría ser el mismísimo Caronte cruzando la laguna Estigia.
En sus caras se ve la desilusión, la tristeza; pero en el fondo de sus ojos se ve un pequeño destello, sin duda eso es esperanza.
Esa es la vida de José González; es un hombre de cuarenta y cinco años; prejubilado debido a la perdida de su pierna cinco años atrás en la faena mas dura de su vida.
Todavía podía recordar la altura de las olas, la bravura del mar. El siempre lo decía el mar es un animal; esta vivo.
Todas las mañanas se levanta de su pequeño catre; se lava a duras penas en las oxidadas duchas del centro social. Después solo le queda mirar al horizonte viendo el ir y venir de los barcos; los cuales nunca más podrá pisar. Tan solo le que estar divisando a su amada; mar.
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